Hoy he vuelto acudir como desde hace más de un año a nuestra cita. Llevo todo el día pensando en ello, me encanta hacerlo contigo al anochecer y dejar que la luna sea testigo de nuestro momento. Acabo extenuada a tu lado pero lo deseo.
Mientras corría a tu encuentro me repetía una y otra vez que hoy seria diferente. No pienso dejar que tú tomes siempre la iniciativa, hoy voy a ser yo, te voy a llevar a mi terreno. Como si de la primera vez se tratara empezamos muy suave, disfrutando del momento. Tú vas subiendo lentamente el ritmo, yo siento que mi corazón se dispara. Me acerco a ti, tu piel roza la mía, cruzamos nuestras miradas. Mis pulsaciones se disparan. Siento que las piernas me van a flaquear, pero no puedo ni quiero parar. Hoy tengo que llegar al final.—Tu respiración está muy acelerada—me dices sonriendo.
—Sí, pero no pares, sigue—te respondo con la voz entrecortada y una tímida sonrisa.
Tus movimientos son cada vez más rápidos, yo me dejo llevar. Cierro los ojos y parece que estoy sobrevolando el paraíso. El momento llega a su fin, hemos llegado juntos al límite.—Sí, pero no pares, sigue—te respondo con la voz entrecortada y una tímida sonrisa.
— ¡Ha sido increíble! No creo que podamos mejorar lo de hoy.
—Sí, siempre se puede superar.
Una vez descargada toda la adrenalina acumulada con una hora de footing, solo queda llegar a casa y disfrutar de una refrescante ducha.
—Sí, siempre se puede superar.