Raúl acudía a su cita diaria en un antro
recóndito a las afueras. Allí le esperaba ella. El tiempo se paraba en aquel
lugar. Al regresar al hogar: mentiras, reproches y lágrimas…
Sus días transcurrían pendiente del reloj,
deseando volver a verla. Todo perdía sentido al estar frente a ella, su
matrimonio, sus hijos y su futuro. Nada importaba, nada recordaba.
Las visitas aumentaron hasta convertirse
en una obsesión destructiva. Cegado por una melodía repetitiva e hipnotizado
por sus colores.
Llego al límite y obtuvo el premio: lo perdió
todo. Jugó su última moneda antes de saltar al vacío.
A veces ell@s son la perdición, haces que vivas una vida a medias en lugar de vivir una vida completa y se puede llegar a la autodestrucción. A pesar de todo suplicamos por que existan ell@s, de las relaciones intensas se sale fortalecido en la vida. Saludos Desde Turaniana.
ResponderEliminarHola Juan. Gracias por tu lectura y comentario. Las obsesiones llevadas al límite nunca acaban bien.
ResponderEliminarUn saludo y buen fin de semana.