miércoles, 29 de junio de 2011

Nunca es tarde

Te deslizas serpenteando hacia mí. Me inyectas tu veneno paralizando mis músculos, mis sentidos y esperas….
Esperas…. acechando sin tregua, escondida bajo una máscara.
En mi soledad, silencio y sombras de un ayer que añora un mañana.
El día se convierte en noche, cómplice de mis llantos.
Mi corazón aletargado ansia despertar.
Te acercas de nuevo, sigilosa, me rodeas y me asfixias lentamente.

Mientras, cierro mis ojos impotente, siento como me invades y busco en mi interior el antídoto que me libere de tú veneno.
Aferrada a mis recuerdos, atrapada en una espiral de culpa y reproches, aislada.
No, no quiero vivir así ¡!
No eres más que un espectro y como tal te desvanecerás.

El antídoto empieza a hacer efecto. Vas liberando mi cuerpo, te alejas reptando, sé, que en busca de otra víctima, a la que puedas sumir en una profunda tristeza.
Me arrastro fuera de las cuatro paredes en las que perdía mis horas, mis días…. mi vida.
Mis ojos son cegados por la luz del día. El aire es espeso y me oprime el pecho.
Me siento pequeña….
Pero sigo adelante, diminutos y pesados pasos ante la inmensidad, ante una multitud de personas. Ajenas al pánico que siento ante su presencia.
A medida que avanzo, crezco y mi sangre vuelve a impregnar mis venas de vida, ese maravilloso olor a vida.


Nunca es tarde para empezar de nuevo a vivir.







La Diosa Madre

Este es el primer intento de poesía que escribí hace tiempo….

LUNA


Luz de luna, inmensa paz

Cierro mis ojos, me adentro en ti
Buscando refugio.

Luna, mi luna
Me das noches de claridad
Consuelas mi alma, como fiel amiga
Escuchas mis lamentos, cual madre amorosa.

Abrázame, méceme en tú seno
Desde mi infancia contemplo tú belleza
Las nubes celosas, te intentar tapar.

Tú presencia es eterna
Tú influjo me hipnotiza
Luna, mi luna
Sensación de paz interna
Que traspasa mi cuerpo.

Tú blanca presencia
Acaricia mi corazón, calma mis miedos,
Luna, mi luna, la gran Diosa Madre.






martes, 28 de junio de 2011

Popurri de desvaríos

Quiero compartir un texto, una poesía, un haiku y un tanka  de Javier Carrasco. Para mi es precioso.  Gracias Javi por permitirme que forme parte de mi Blog.

 PASOS

Me baño donde las hadas hilvanaron sus lágrimas; bebo de los colores de un arcoiris eterno. Camino taciturno por el sendero de la duda bajo la mirada preocupada de una luna que brilla libre sin dueño. Me dejo abrazar por su luz, génesis de mi inspiración. 1000 caras por cada cruz, 1000 lunas en mi corazón.
Cada sonrisa es una flor en mi valle. Si al mundo le prohíben su color yo vivo de los detalles. Una sonrisa; un abrazo; una caricia...una simple mirada que impide que mi alma calle.
Así me muestro como soy, sin pinturas ni careta. Ya no cuento los pasos que doy, ahora los escribo en mi libreta. Un alma sensible...observador...un poeta. Tan solo ese que te abraza cuando tu alma vive inquieta.
Si la lluvia del susurro te salpica cada día, entiende que la masa simple vive en la monotonía; entiende que deben criticar al prójimo por su propia cobardía y les escuece ver en ojos ajenos el manto de la alegría.
Yo camino entre ellos, serpientes sibilantes. Ya no intento cambiarlos, no soy el ignorante de antes. Mas aunque el camino está formado por baldosas inestables, vivo tranquilo en ésta urbe al haber conocido más inquietos caminantes.
Sigue caminando, crea tu camino.

LA GUARDA DE LA INSPIRACIÓN


I
Vasallos de la oscuridad
increpan a la Luna
por robarle a la noche maldad
y dotarla de ternura.
Ella ignora, sumida en sus recuerdos...
anhela al sol grabado en su corazón.
Es por ello que tan solo viendo enamorados
besándose encuentra su consolación.
II
Cambia su forma
pero no su esencia.
Ojo que mima
artistas con su iridiscencia.
Si las historias se escriben
con tinta sobre las hojas,
ella las hace cuando duermen
utilizando las estrellas.
III
Regalame tu luz
y nunca me abandones.
Ventana en mi juventud
donde añorar amores.
Cuando el corazón quiere llorar
es la amiga imperturbable.
El caramelo con azúcar
para el sabor desagradable.
IV
El punto que guía mi vida;
que me recuerda que estoy vivo.
El guiño que sirve de ayuda
cuando bailo con lo que escribo.
Te miro con disimulo,
como el cielo embelleces.
Vives tan alta en el cielo...
tan alto como mereces.

 HAIKU


LUNA
Luz de poetas
Abrazo en la noche.
Mira al amor.
AMISTAD
Calor en hielo.
Caricia atemporal.
Guía mis pasos.

LLUVIA
Llanto sagrado.
Salpicaduras del mar.
Terca pasión.

TANKA


1000LUNA

Cálido tacto
Amistad irrompible
Loable bondad
Luz en la oscuridad
Mi plena admiración 




domingo, 26 de junio de 2011

A través del espejo

09-Agosto-1980


Un Tanatorio cualquiera en una ciudad cualquiera…

-Vamos Vanessa, es la hora, ven conmigo cielo.
-Sí, señora Olga voy enseguida. No llore más señora, por favor, ella va a estar bien, créame lo sé.
-Vamos Patri, el funeral va a empezar ya, ven conmigo.
El funeral y entierro transcurrieron entre un mar de lágrimas, dudas y reproches a sí misma. Olga, rota de dolor, se preguntaba… ¿En que había fallado?

Una semana después…

Instituto Dr. Gonzalo Pérez Esteban. Psicología.

-Hola guapa, me llamo Esteban, siéntate por favor. A ver empecemos por conocernos, dime cómo te llamas, tu edad, cuéntame lo que quieras, no sé, qué te gusta hacer, quién es tu mejor amiga, te escucho.

-Hola Doctor, me llamo Vanessa, tengo veinte años y desde que tengo uso de razón siempre he tenido a Patri a mi lado. Somos inseparables, mi madre siempre me ha dicho que desde el primer día de guardería cuando vino a recogerme yo ya salía de la mano de Patri y desde entonces nunca nos hemos separado. Es curioso como alguien tan diferente a ti puede llegar a ser indispensable en tu vida. Yo soy inquieta, atrevida, alegre y ella es mí opuesto, tranquila, tímida y retraída. Por eso supongo que nos complementamos. A medida que hemos ido creciendo su carácter la ha aislado cada vez más del mundo y su única amiga sigo siendo yo. A ella siempre le ha llamado la atención todo lo oscuro, me explico, vampiros, espíritus del Más Allá y todos esos temas que a mí me dan tanto respeto y miedo.

-Eso está muy bien Vanessa, es bonito tener una amistad así, sigue…

-Nos pasamos horas hablando bajo un viejo ciprés que hay junto al cementerio de nuestro pueblo. Ella dice que le gusta porque es el árbol de la muerte y sin embargo a mí su color verde perenne y su altura que parece rozar las nubes me infunde vida, paz y sosiego. Allí escucho sus historias, sus sueños que siempre me dejan con la boca abierta y el bello erizado.

-Vaya, estupendo, pensáis diferente y sois inseparables. ¿Te apetece contarme más cosas sobre ella? ¿Por ejemplo, que ha pasado desde hace una semana hasta hoy? Sé que la vida ha cambiado para ti.

-Está bien Doctor. Patri y yo quedemos bajo el viejo ciprés. Ella llego algo nerviosa, aunque intentaba disimularlo yo la conozco demasiado bien. Ya llevaba así algunos días y por fin se decidió a contármelo.

Me dijo - Quieres que te cuente lo que me paso anoche Vanessa? Le conteste que sí, pero que me daban miedo sus historias. Ella entre risas me dijo - ¡Qué asustadiza eres! ¿Sabes lo que pasa si te miras fijamente a los ojos en un espejo y te concentras? - Yo, claro está, no tenía ni idea. Entonces empezó con uno de sus relatos, los cuenta tan bien que yo no sé diferenciar cuando es real y cuando no.
-Escúchame atentamente Vanessa lo que te cuento es real -  Con sus profundos ojos negros me dijo- Pues pasa que ves tú verdadero interior, quizás hasta puede que no te reconozcas o que veas a otra persona diferente. El otro día cuando todos en casa dormían me levanté y me encerré en el baño. Primero no me centraba en mis ojos veía todo mi rostro, permanecí quieta mirándome y me centre en mis ojos, no sé el tiempo que transcurrió pero de repente no era yo, en el espejo se reflejaba una niña de unos cinco años, con la piel blanca como la nieve y una melena negra, sus ojos eran de uno tono gris perla, no podía apartar la mirada de ella. Denotaba mucha tristeza en su interior. Levanté mi mano para intentar tocar su rostro pero se difumino entre mis dedos. Y de nuevo yo frente al espejo. Lleva algunas noches viniendo a verme, pero no se qué quiere, no me habla pero yo siento que debo ayudarla.

Yo estaba alucinada escuchando y aterrorizada imaginando la escena, le pregunte si no tuvo miedo y con mucha tranquilidad me contestó – ¿Miedo, por qué? ¿Miedo, por qué? Menuda contestación, como si fuera lo más normal del mundo mirarse al espejo del baño y ver a una niña reflejada.

Ese día era tarde, lo dejemos ahí y quedemos en vernos al día siguiente. La historia de Patri me impresionó hasta tal punto que una vez en casa era incapaz de mirarme al espejo. Me costó conciliar el sueño, le di vueltas al asunto hasta que caí vencida. Al despertar con los primeros rayos de sol, cuando todavía me estaba desperezando, sonó el teléfono, era Patri, me dijo que teníamos que vernos cuanto antes. Quedemos en nuestro rincón preferido. Estaba ansiosa por encontrarme de nuevo con ella. Abrí el armario y cogí lo primero que vi y salí corriendo. Cuando llegué ella ya me esperaba sentada bajo el ciprés. Al acercarme junto a ella supe que algo no iba bien, su rostro estaba demacrado, tenía unas profundas ojeras. La abracé, estuvimos un rato sin mediar palabra, abrazadas, podía sentir su desazón.

Después empezó a contarme lo ocurrido - Anoche de nuevo la vi Vanessa, pero no a través del espejo, apareció ante mí, la sentí, sentí su tacto gélido y su mirada cálida. Me tomó de la mano y me llevó con ella, me mostró un panteón, en la entrada había una bella escultura. Era la de una madre afligida con lágrimas resbalando por su rostro y una pequeña sentada en su regazo y abrazada a su cuello. Había un silencio espeluznante y sin embargo yo no deseaba marcharme de aquel lugar. Después, sin separar su mirada de la mía, desapareció entre la bruma y yo desperté en mi habitación. No pruebo bocado, llevo días sin dormir. Tengo que ir al cementerio Vanessa, debo encontrar ese panteón, tengo que ayudarla. Me necesita, está sola y triste. Tengo que ir, tengo que encontrarla…- Patri no dejaba de repetir las mismas palabras, estaba obsesiona. Yo creo que aquello rozaba la locura, estaba como hipnótica. Intente disuadirla, pero no me escuchaba. Así que le prometí que esa misma noche la acompañaría al cementerio en busca de aquel panteón.

El día transcurrió muy rápido, más de lo que yo hubiera querido. Me aterraba la idea de acudir al cementerio en busca de panteones y espíritus. Ese día parecía que todo se aliaba en nuestra contra, la luna cubierta por enormes nubes espesas hacían más oscura si cabe la noche. Y allí estábamos las dos ante la puerta de un remanso de paz perturbador. A esas horas la entrada estaba cerrada, pero Patri lo tenía todo calculado y conocía una entrada trasera donde la cerradura averiada nos permitiría entrar en el interior.

Una vez dentro, recorrimos las calles de aquel enorme y silencioso cementerio, mirando con pavor cada sepulcro. Cualquier ruido insignificante me hacía saltar, la tensión que soportaba era tremenda mientras que Patri parecía estar como en casa. Yo tenía la sensación de que mis piernas eran pesadas y tenia dificultad para levantarlas del suelo el miedo me impedía caminar, ella parecía flotar entre flores, emotivas coronas y fotografías que adornaban los nichos.
Llevábamos cerca de media hora caminando cuando de repente la vimos. Era exactamente como ella me había relatado. Aquella escultura era realmente sobrecogedora.

Patri dejo caer una lágrima de sus cansados ojos y se acerco a contemplar aquella obra. Entonces leyó en voz alta el epitafio de la tumba…- Estela- 09-08-1977 - Aquí yace mi dulce angelito. Espérame mi niña, volveremos a estar juntas.
Junto a estas palabras había una foto de una preciosa niña, que Patri identifico como la pequeña que la había estado visitando.

Estela, Estela…- Patri no paraba de repetir su nombre, ella decía que Estela no se había marchado porque esperaba a su madre. Permanecimos allí junto al panteón durante horas, en un tortuoso silencio. Para colmo el cielo se torno de un rojo amenazante y una tormenta descargó sobre nosotras.
Le dije a Patri que debíamos marcharnos ya, pero ella me invitó a que me marchara yo, me dijo que quería quedarse, estaba segura de que Estela estaba cerca pero no se aparecía a causa de mi presencia. Me rogó que me marchara, me prometió que ella no tardaría en volver a casa. Me lo pensé mucho, me daba miedo dejarla sola en aquel lugar con aquella tormenta, era una locura, pero yo sabía que ella no vendría conmigo y que deseaba estar sola. Así que me marché.

Mientras regresaba a casa, no podía quitármela de la cabeza, varias veces pensé en darme la vuelta y obligarla a marcharse de allí, pero la conocía demasiado bien. Al llegar a casa entré sigilosamente y con mucho cuidado de no despertar a nadie. Me tumbé y mi mente no paraba de darle vueltas a todo lo sucedido, finalmente debí dormirme.

De repente sentí un frio interior, abrí los ojos y allí estaba ella.
-¿A quién te refieres con ella Vanessa?
- A Patri Doctor Esteban, a quien si no.

Me contó que Estela apareció y que por primera vez le habló, decía que su voz era suave, dulce y que le transmitía mucha paz. Le contó que su muerte fue trágica, atrapada en un amasijo de hierros en el que se convirtió el automóvil en el que viajaba con su madre. No pudieron hacer nada por ella, intentaron liberarla ante las lágrimas desesperadas de su madre que vio cómo su pequeña se apagaba.
Patri tenía razón, la pequeña esperaba a su madre. Después Patri se despidió de mí, me dijo que volvería a verme en breve, que tenía que entenderla, que no me enfadara pero que deseaba acompañar a Estela, ella la necesitaba. Nos abracemos y se marchó. No la volví a verla hasta el día del Tanatorio, estuvo conmigo durante toda la ceremonia y luego nos sentamos bajo nuestro ciprés.

-Vanessa cielo, tienes que entender que eso no es posible. Sé que estás muy afectada. Entiendo que no puedas ni quieras aceptar que Patri ya no está. Pero por tu bien tienes que aceptar la realidad. Aquella terrible noche en que Patri te pidió que volvieras a casa y la dejaras sola, ella sabía bien por qué lo hacía, se suicido Vanessa, encontraron un pote de pastillas junto a su cuerpo ¿Lo entiendes? No pudiste verla en el Tanatorio, no con vida.

-Lo entiendo, el que no lo entiende es usted, ninguno de vosotros lo entiende. Lo sé, se que se suicidó para estar con Estela, para acompañarla en su espera, aquella pequeña le llego al corazón y su fascinación por la muerte y el Más Allá le dio el último empujón para dejar esta vida, pero sólo físicamente.
La vi y la sigo viendo como ella veía a Estela. En el Tanatorio me pidió que le dijera a Olga, su madre, que no llorara por ella que estaba bien. Me está esperando a mí, ya le dije que jamás nos habíamos separado.

-¿No estarás pensando en suicidarte Vanessa? Tu familia está muy preocupada por ti.

-No, tranquilo, no estoy tan loca como pensáis, ya le dije que Patri era mi opuesto. No pienso forzar mi partida de este mundo, dejaré que mi destino siga su curso. Siempre he tenido miedo a la muerte, pero ahora ya no, la muerte no existe Doctor sólo la física, el alma permanece viva y Patri me lo ha demostrado. Además la tengo a ella cerca…Tan cerca como que ahora mismo está al lado suyo Doctor.

-Bueno, bueno, Vanessa ya está bien por hoy te veo pasado mañana y me cuentas qué tal te encuentras.

-No Doctor, no voy a volver, estoy mejor que nunca, estamos mejor que nunca… ¿verdad Patri?

Hasta aquí nuestra historia. Nos marchamos de aquella consulta dejando al Doctor con un color más bien pálido. Aunque no creo que lo diga sé que me ha creído, diría que hasta ha notado la presencia de Patri. No creo que esta noche se mire en el espejo…











La sangre eterna

Como cada noche desde hacía un tiempo Fabrice abandonaba su casa para recorrer las calles de París camino a su cita con Eliane. Desde hacía unos meses la oscuridad y el silencio de la noche eran  cómplices de los deseos de Fabrice.
Había llegado a su lugar de encuentro el Cementerio de Montparnasse, un remanso de paz en medio de uno de los barrios de la ciudad. Después de recorrer los senderos de flores entre lápidas, recuerdos y silencio, el silencio final.  Allí sentado junto a uno de las numerosas tumbas y rodeado de una espesa bruma,  espera….
Por fin aparece Eliane. Su silueta se dibuja entre la bruma, las curvas de una Diosa vestidas con una gasa de seda negra natural, su larga melena oscura resalta su delicada piel blanca, bella e irresistible. Su profunda y embriagadora mirada de la que él no puede apartarse.
Se funden en un abrazo lleno de deseo. Fabrice acaricia el cuerpo de ella suavemente, el tacto de su piel es frio y ardiente a la vez, besa sus hipnotizantes labios, son su dulce y tortuosa obsesión.
Sus cuerpos se convierten en uno, la pasión deja paso a la lujuria, entre suspiros y gemidos de placer  llegan al clímax, la noche avanza, el tiempo se acaba.
Eliane lame su cuello lentamente y entonces sus instintos despiertan. Puede oler el aroma de la sangre oxigenada que corre por las venas de Fabrice, su excitación crece….
Él siente los colmillos clavándose en su cuello y la aparta bruscamente. La oscura criatura que habita en su interior no puede resistirse  a los placeres de la sangre.
-No Eliane!!
-Lo siento Fabrice, perdóname, no puedo más, no quiero hacerte daño te amo, pero no puedo controlar mi sed de sangre. Me amas Fabrice?
- Claro que te amo, más que a mi vida.
- Entonces ven conmigo estaremos juntos eternamente.
Fabrice estaba algo confuso, su alma en un vaivén entre su realidad y la vida eterna, la inmortalidad junto a ella, los placeres le esperaban en forma de mujer, aquella Diosa que lo hipnotizaba cada noche.
Esa sería su última noche como mortal. Su mirada, su suave y sensual voz hicieron que se  entregara  a ella sin pensar en nada más.
Ella se acerco  a él cogió con suavidad su cuello y clavo sus colmillos. Tras vaciar por completo su cuerpo Eliane se hizo  unos cortes en sus venas, la sangre salía a borbotones, acerco su brazo a los labios de él y dejo caer en su boca su sangre, una sangre que lo condenaría…
-Bebe de mi sangre y serás inmortal como yo. La vida eterna te espera conmigo, bebe mi amor.
Mientras la nueva sangre corría por sus venas sintió una sensación desconocida hasta ahora, la del eterno poder, firmando así su paso a otra vida, la de los no-muertos.
Saciado su cuerpo quedo adormecido en los brazos de Eliane, la Reina de los súcubos lo contemplaba  extasiada, por fin tenía alguien con quien compartir su eterna soledad. Ella no lo amaba como él creía.
Antes de que los primeros rayos de sol aparecieran se resguardaron en un panteón abandonado que les serbia de guarida. Donde descansaban esperando de nuevo que el sol acabara su reinado y la luna se alzara.
Fabrice despertaba al anochecer entre pesadillas, un sudor frio recorría su cuerpo consciente entonces de lo que había sucedido. Pensó entonces en la única persona que le echaría de menos, su hermana Danièle, menor que él y la única familia que le quedaba. Pero ya no había vuelta atrás, estaba condenado a vivir eternamente. Intento ordenar su mente.
Enseguida apareció  ante el Eliane y le convenció con su cuerpo, sus caricias y sus besos  de lo dulce que era el sacrificio al que se había sometido.
-Es la hora de jugar Fabrice, sígueme mi amor…
Se desplazaron hasta el Parque Monceau en busca de alguna victima para saciar su sed. Pronto Eliane diviso un vagabundo que se encontraba durmiendo en uno de los bancos del parque.
-Espérame aquí  amor, lo preparare para ti.
Fabrice sentía un placer intenso, estaba excitado viendo la escena de ella acercándose a su víctima. Sus colmillos crecían de tamaño y empezaban a sobresalir a través de su boca.
-Hola, perdona estas bien? me llamo Eliane.
El hombre levantaba su mirada y viendo semejante mujer se incorporo rápidamente….
-Hola!! Ahora me parece estar en el paraíso, me llamo Eugène.
Ella usando sus armas más sensuales se iba cada vez acercando cada vez  más a su inocente víctima. Cuando estaba a punto de besarlo abrió la boca, sus colmillos afilados hicieron a Eugène gritar de pánico. Ella con una fuerza inhumana lo sujeto  como a una marioneta y le mordió en el cuello, succionando lo justo para dejar sin sentido a Eugène.
-Ven aquí Fabrice es todo tuyo, bebe….acércate y bebe, es tan excitante lamer la sangre, succionar la vida de estos pobres mortales.
El se acercaba debatiéndose entre el  deseo de probar aquel fluido apetitoso que emanaba de aquel cuerpo y el rechazo a quitarle la vida a un ser humano, algo que hasta  hace poco había sido él. Todavía quedaba en su interior algún indicio de humanidad.
- No, no puedo hacerlo Eliane, no me gusta este juego, déjalo vivir por favor.
- Que estás diciendo, ven aquí ahora mismo. Tienes que alimentarte es tu naturaleza no puedes luchar contra ella. No voy a dejarlo con vida, si tu no lo haces lo hare yo.
- No, no matare a nadie….
La mirada de ella era fulminante y aterradora. Fabrice se dio cuenta de la verdadera naturaleza de la criatura de la que se había enamorado. Mirándola con aquel inocente en sus brazos, veía como disfrutaba mientras la sangre resbalaba por la comisura de sus labios, no ceso hasta acabar con la última gota de sangre.
No reconocía a su Eliane, su Diosa…. contemplaba la escena horrorizado y solo veía un animal, ella levanto la mirada invitándolo de nuevo al festín, su cara desencajada, su mirada  asesina y sus labios llenos de sangre hicieron a Fabrice huir de allí.
Después Eliane corrió tras él, que había regresado al panteón. Aturdido por la escena y confundido por los deseos de sangre que había experimentado.
- Tómatelo como un juego Fabrice o la victima acabaras siendo tú. Ya no eres de los suyos, eres como yo, un vampiro y necesitas la sangre humana. Te quería para que me acompañaras en mis juegos, que disfrutáramos del placer de matar y del placer carnal, pero así no me vales Fabrice, piénsatelo tienes toda la eternidad…
Las noches pasaban y Fabrice se alimentaba de animales vivos o muertos que encontraba en el parque. Mientras ella se paseaba en busca de victimas, Grabielle, Florian, etc… los nombres no importaban solo eran piezas apetitosas que desangrar, ella disfrutaba torturándolos, sintiendo el terror que experimentaban, la mirada de pánico la excitaba todavía más.
Los dos estaban completamente distanciados, él había pasado del amor al odio tan rápido como de la vida a la inmortalidad.
 Aprendió a controlar sus instintos, su sed de sangre humana. Sabía que mientras por sus venas no corriera la sangre de un mortal y no probara el placer de matar, sus recuerdos y lo que le quedaba de alma permanecerían intactos. Se sentía engañado cruelmente por aquella criatura sin alma.
Fabrice no podía soportarlo más, cada noche al despertar tenía el mismo deseo…Quiero volver a la vida, quiero envejecer y  poder morir.
Decidió entonces que acabaría con ella. Tenía que darse prisa, el tiempo que tenia mientras que ella se refugiaba en su tumba y el amanecer era escaso.
Esa idea le rondaba hace días por eso aprovechaba los objetos que las victimas de Eliane llevaban consigo, se acercaba una vez ella había abandonado el cuerpo y rebuscaba. Así se hizo con una daga, su empuñadura era dorada y una serpiente la envolvía.
Y llego el día que tanto había planeado….
 Espero a que regresara a su tumba y cuando se quedo dormida, cogió la daga y sin pensárselo se lo clavo en el corazón, un golpe certero que hizo arquearse su cuerpo, abrió sus ojos y viendo quien estaba acabando con su vida grito, su grito fue desgarrador. Corrían ríos de sangre, la de sus víctimas.
Ella intentaba en vano atacar a Fabrice, mostraba sus colmillos todavía ensangrentados, él retorcía la daga desgarrando por completo el corazón hasta que Eliane sin fuerzas cerró sus ojos.
Él contemplaba aquellos labios excitantes que le habían condenado a la eterna oscuridad, prefería permanecer solo que seguir siendo testigo de la muerte de todas aquellas personas.
Después como había visto tantas veces en las películas de vampiros que le fascinaban, cogió con fuerza la daga y  la decapito. Después  quemo su cuerpo acabando para siempre con Eliane.
Volvió a su tumba antes de que amaneciera por completo.
Un año más tarde…….
Como cada noche desde hacía algún tiempo Evelyne una chica solitaria de aspecto gótico con una larga melena negra, ojos de un azul grisáceo intenso, acudía a su cita en el cementerio de Montparnasse.
Allí sentada sobre la tumba de su mejor amigo con quien había compartido su afición por los temas oscuros, leía una y otra vez el epitafio “Más Allá de la vida….hay otra vida, espérame allí hermano. Camino hacia ti,  Daniéle”.
Los ojos de Evelyne se llenaban de lágrimas. Entonces apareció él….
-Abrázame fuerte Fabrice, se  me rompe el alma cada vez que leo esto.  Tu hermana no pudo soportar tu ausencia, la soledad. Pensó que quitándose la vida estaría junto a ti de nuevo. Cuando leí tu epitafio en la nota que dejo antes de suicidarse comprendí lo que pensaba hacer pero no llegue a tiempo.  Mi corazón se hizo pedazos, quisiera haberle gritado que ese no era el camino que la llevaría a tu lado.
- Siempre te he querido Fabrice, llévame contigo, hazme tuya eternamente. No soporto más esta soledad, esta vida….
Fabrice sabia a lo iba a condenar a su amiga pero egoístamente cedió a sus deseos, el ritual se repetía y Evelyne despertó a la no-vida eterna.



                               


Más allá de la vida

1 de junio de 2007

Querido diario, hoy escribo para despedirme de ti. Ya no tengo fuerzas, las  manos no me responden, la vista me falla, y además confundo las palabras.
Hay días en que parece que todo va mejor, pero no son más que falsas esperanzas. Este demonio se apodera de mí.
Hay una enfermera muy agradable y dulce conmigo, se llama Inés, está muy pendiente de mí, siempre tiene una sonrisa dibujada en su rostro; le cuento historias sobre mi vida y ella las escucha atenta. Estoy muy cansada. Tal vez le pida que escriba ella en mi diario.


--- Hola Inés, aquí estoy esperándote, hoy no me he ido a la discoteca.
--- Qué humor tienes, Teresa, así me gusta, cielo. Como te encuentras hoy, ¿has comido bien?
--- La verdad es que no; el doctor dice que me van a dar la comida por sonda, no me entra nada. Verás, Inés, te quería pedir un favor…
--- Dime, cariño, lo que tú quieras.
--- Te importaría escribir por mí en mi diario.
--- Será un honor, sabes que solo tienes que pedirme las cosas, haré lo que esté en mi mano.


3 de junio de 2007

Querido diario, no es mi mano las que escribe, es la de Inés. Esta chica tiene una paciencia infinita, porque mis palabras cada vez salen más débiles.
Rafa viene a verme todos los días; yo le pregunto por su padre, hace dos semanas que no ha venido. El dice que Juan está enfermo, se ha hecho daño en una pierna y no puede venir… ¡Ay, qué mayores nos hacemos! 
Le echo mucho de menos, nunca hemos pasado tanto tiempo separados, me gustaría verlo antes de perder la razón, y sé que me queda poco tiempo para que eso suceda. Logré vencer al cáncer cuando lo tuve en los ovarios, y la vida me dio una tregua para disfrutar de mi nieta y de mis seres queridos. Pero ahora está en mi cabeza y avanza rápido.
Estoy contenta, vienen a verme cada día mis hermanos, mi hijo, y muchos amigos, pero me faltas tú, Juan, amor mío.

5 de junio de 2007

Querido diario de Teresa, soy Inés. Ella quiere que siga escribiendo yo en su diario porque  su estado empeora y casi no puede hablar, aunque no para de preguntar por su marido. Está triste, por momentos pierde la consciencia y ya no se puede mover.
He hablado con su hijo y me ha contado algo terrible que ella no debe saber. Juan, su marido, hace dos semanas que está ingresado por un maldito cáncer de huesos; cuando se lo detectaron ya era tarde, está muy avanzado y parece ser que ya está totalmente sedado; los médicos le han dicho que puede morir dentro pocas horas.
         
                                   

Hoy, al llegar a planta, me he encontrado con una triste noticia. El hijo de Teresa ha llamado para informarnos que llegarán más tarde a su visita. El padre ha fallecido de madrugada, y lo han avanzado todo para que esta misma tarde sea el sepelio. Nos dijo que no le digamos nada a su madre.
Me dirijo a la habitación 375 a ver a Teresa, con el corazón en un puño. Cuál es mi sorpresa al encontrármela muy animada y con su cabeza más lúcida que nunca. Con una sonrisa me dice:
---- Hola Inés, tengo una buena noticia, coge mi diario y anota, por favor.
---- Claro, Teresa, dime.




8 de junio de 2007

Hoy he recibido la visita de Juan, ha sido de madrugada, no sé cómo le han dejado entrar, pero me alegró tanto verlo. Venía muy guapo, con su traje azul marino, el que llevó en la boda de nuestro hijo. 
Me ha dicho que esté tranquila, que él ahora ya no sufre, que muy pronto volveremos a estar juntos. Me dio un beso y se marchó. 
Durante un rato sentí una paz enorme, me encontraba tan bien que no sentía ningún dolor.
            Tengo ganas de estar con él, volver a pasear de su mano. Volver a viajar, nos gusta mucho, hemos ido cada año a un lugar diferente. Nos lo pasamos muy bien. A Juan le encanta bailar, a mí mirarlo cuando baila.
Ahora estoy más tranquila, sé que se encuentra bien. Y estoy segura de que mañana volveremos a vernos.
                            

Yo no podía asimilar lo que me contaba, tenía la piel erizada y las lágrimas a punto de saltar. Escribí en su diario todo lo que me contaba, luego la abracé fuerte y le dije lo contenta que estaba por ella. 
Antes de acabar mi turno, llegó el hijo de Teresa. Venía del cementerio, y ella le contó la visita de su padre. Él la escuchaba asombrado, su corazón no podía con tanto dolor, estaba agotado y como en una nube, de
la que bajó de golpe al oír que el traje que Teresa decía que se había puesto para venir a verla, era el mismo con el que acababan de enterrar a su padre.

Aquélla misma noche, antes del amanecer, Teresa murió.